Hace años que no entraba a escribir al blog.
Para no exagerar, hace exactamente un año, un mes y diez días.
Recuerdo a la profesora Marta Colomina. Entre las muchas frases que usaba en clases, siempre refería a que debíamos escribir. Escribir cada día. "Puede ser una carta de amor, un aviso del condominio que colgarán en el ascensor del edificio, una reflexión en la última página del cuaderno, pero escriba. Escriba todos los días", solía decir. Nuestra "Mrs. Doubtfire" particular no sabía que prácticamente nos dedicaríamos, periodistas o no, a llenarnos de palabras en blogs, redes sociales, en el Whatsapp que (particularmente) mantiene al mundo conectado y desconectado.
Dejé de escribir porque me derrumbé... Regresé a Venezuela, después de varios meses en Argentina, segura que iba a luchar contra el ¿Gobierno? de mi país. Pensaba que quedaban algunos meses de batalla, pero que yo, estando allá, iba a comenzar la reconstrucción del país, con ese enorme ego que me ha caracterizado. Siempre, en el fondo, me siento La mujer maravilla. Tras diez meses, los resultados siguen cobrando víctimas y nuestra Tierra de gracias es ahora de desgracias.
Ahora, nuevamente, estoy esperando el invierno bonaerense, después de meses de alegrías truncadas, que actuaron igual que las protestas.
Entre esas alegrías estuvo mi hija, nuestra hija, nuestra Miranda, que después de batallar para vivir, falleció en mi vientre, llegando de un paso al cielo desde donde salió. Como dice mi amiga Milfri: ambas decidimos atravesar eso en otro plano porque de otra manera no entiendo. En eso me reencontré con Dios, con el pasado, con mi otro ángel, con mi abuelo, con mis amigos, con mi hermosísima familia, con mi esposo, conmigo. Aún sigo reencontrándome. Aún sigo con dolor... pero en vez de reconstruir a mi patri, me estoy reconstruyendo yo. La cosa es como tomar un edificio viejo, de esos que me gustan, e ir tumbando los paradigmas y las locuras internas, llorando y pataleando, y meditando y pensando y actuando... A veces con alegría, otras, a rabia pura, pero con agradecimiento siempre.
Hoy retomo esto de escribir. Y también, leer (Marta decía que leer era más importante que escribir pero eso lo tocaremos luego.
Para no exagerar, hace exactamente un año, un mes y diez días.
Recuerdo a la profesora Marta Colomina. Entre las muchas frases que usaba en clases, siempre refería a que debíamos escribir. Escribir cada día. "Puede ser una carta de amor, un aviso del condominio que colgarán en el ascensor del edificio, una reflexión en la última página del cuaderno, pero escriba. Escriba todos los días", solía decir. Nuestra "Mrs. Doubtfire" particular no sabía que prácticamente nos dedicaríamos, periodistas o no, a llenarnos de palabras en blogs, redes sociales, en el Whatsapp que (particularmente) mantiene al mundo conectado y desconectado.
Dejé de escribir porque me derrumbé... Regresé a Venezuela, después de varios meses en Argentina, segura que iba a luchar contra el ¿Gobierno? de mi país. Pensaba que quedaban algunos meses de batalla, pero que yo, estando allá, iba a comenzar la reconstrucción del país, con ese enorme ego que me ha caracterizado. Siempre, en el fondo, me siento La mujer maravilla. Tras diez meses, los resultados siguen cobrando víctimas y nuestra Tierra de gracias es ahora de desgracias.
Ahora, nuevamente, estoy esperando el invierno bonaerense, después de meses de alegrías truncadas, que actuaron igual que las protestas.
Entre esas alegrías estuvo mi hija, nuestra hija, nuestra Miranda, que después de batallar para vivir, falleció en mi vientre, llegando de un paso al cielo desde donde salió. Como dice mi amiga Milfri: ambas decidimos atravesar eso en otro plano porque de otra manera no entiendo. En eso me reencontré con Dios, con el pasado, con mi otro ángel, con mi abuelo, con mis amigos, con mi hermosísima familia, con mi esposo, conmigo. Aún sigo reencontrándome. Aún sigo con dolor... pero en vez de reconstruir a mi patri, me estoy reconstruyendo yo. La cosa es como tomar un edificio viejo, de esos que me gustan, e ir tumbando los paradigmas y las locuras internas, llorando y pataleando, y meditando y pensando y actuando... A veces con alegría, otras, a rabia pura, pero con agradecimiento siempre.
Hoy retomo esto de escribir. Y también, leer (Marta decía que leer era más importante que escribir pero eso lo tocaremos luego.
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