Espero que esta sea la entrada más difícil que haré en el blog.
Ha sido un proceso muy duro, que nos ha tomado meses suavizar y pasar por la garganta, a través de ese nudo que se hace y que en ocasiones, no nos permite respirar.
Esto nos ocurrió el año pasado, entre septiembre y octubre 2017. Me ha costado mucho lograr escribirlo y hasta publicarlo. No sólo porque me afecta y me cuesta dejarlo ir, sino porque hasta los sites en los que afortunadamente cuento con amigos y antiguos compañeros de trabajo, han estado cargados con tantas noticias terribles de Venezuela, que este tipo de artículos supongo se perderían tras la agenda diaria y por lo tanto, no ha visto la luz hasta el momento.
Lo comparto con ustedes por acá pues es el mejor medio y lo hago desde mi corazón.
Lo que van a leer está escrito en una especie extraña de tercera persona en la que la misma que escribe, trata de alejarse de sí para ver la situación desde un punto "más objetivo" sin dejar de sentir. Un excelente ejercicio, por lo menos para mí.
A los que lo lean, les pido que lo compartan con aquellas mujeres o parejas que están próximas a tener un bebé, con el fin de evitar que esto les suceda. Y por cierto: Miranda, hija, te amamos.
Amniocentesis: SOLO si es imprescindible
El procedimiento que ayuda a determinar
enfermedades cromosomáticas en un feto ha sido superado por otros menos invasivos.
Sin embargo, hoy sigue practicándose, poniendo en riesgo el progreso de cierto
número de embarazos.
Por Verónica Pérez Peña
“¿Para qué te vas hacer ese examen?”, preguntó la peluquera
mientras secaba el cabello de su clienta. “Es que vuelvo a la Argentina y me
gustaría tener todas las pruebas antes de llegar allá e ingresar en el seguro
médico de mi esposo”, respondió la mujer sin dudar. Ambas estaban embarazadas, tenían
casualmente 18 semanas de gravidez y visitaban al mismo doctor en dos consultorios
distintos de la ciudad. “A mí el doctor no me recomendó eso”, insistió la estilista.
“Claro, Jennifer, tú tienes 34 años y una hija de 16. Yo tengo casi 40 y no he tenido
hijos. Supongo que por eso el doctor me hará la amniocentesis. Me ha indicado varias
pruebas y todas han salido bien. La bebé está en perfecto estado. No hay de qué
preocuparse”, argumentó la mujer mientras su interlocutora gesticulaba
inconformidad con su cabeza.
Dos días después, Verónica Pérez estaría en la camilla del
doctor. Su madre, sentada en el mismo consultorio, la miraba dándole apoyo. A
la par, el médico expresaba su satisfacción ante el progreso del embarazo pues
las ecografías morfológicas y las pruebas de laboratorio daban en cuenta que el
feto tenía un buen avance.
Posteriormente, el especialista insertaría una aguja delgada
y larga en el vientre de la mujer. Repitió el procedimiento en dos ocasiones
más mientras Verónica se quejaba. “Es que no hemos logrado conseguir el volumen
del líquido amniótico necesario para hacer la evaluación”, explicó la asistente
del médico. El procedimiento terminó y el médico recomendó a Verónica absoluto
reposo por tres días, tomar líquidos y acudir al acetaminofén si se presentaba
algún dolor. Verónica Pérez cumplió todo a cabalidad. No se levantó de la cama
sino para ir al baño e ingirió agua y jugos en repetidas ocasiones.
No hubo ninguna indicación que algo iba mal hasta una semana
después, cuando l embarazada llamó al especialista para quejarse de un fuerte
dolor en la espalda media y baja. “Debe ser el peso de la bebé. Tienes una
desviación en la columna fuerte y puede estarte afectando. Sigue tomando
acetaminofén”, respondió el profesional de la medicina. Tras 72 horas, Verónica
comenzó a manifestar diversos síntomas que advertían una infección de las vías
urinarias y resistencia a los medicamentos indicados por el médico, pues el
malestar se incrementaba. Asimismo, la embarazada comenzó a sangrar, llegando a
donde su doctor, quien la revisó le recetó un nuevo tratamiento y explicó que todo
estaría bien. No obstante, no fue así. Verónica terminó esa misma semana en la Clínica
Sanatrix, donde permanecería durante 26 días, debido oligohidramnios (disminución
del líquido amniótico) y placenta de inserción baja. Durante ese lapso se procedió
a aplicar el tratamiento de rigor: antibióticos, hidratación endovenosa y oral constante
y reposo absoluto casi inmovilización total. Pese a todos los esfuerzos, la
bebé presentaría una falla cardíaca y fallecería dentro del vientre de su madre
a las 6 meses y dos semanas de gestación.“Aunque de baja frecuencia, después de
la amniocentesis pueden ocurrir situaciones como ruptura de membranas,
infección o corioamnionitis, hemorragia placentaria o hematoma placentario, lesión
fetal y abortos”, expone la ginecólogo y obstetra Anamaria Del Giudice.
Algunos estudios han determinado que, en la actualidad, 0,6%
de los embarazos termina luego de la amniocentesis; otras investigaciones
calculan que uno de cada mil no llega a término debido a complicaciones después
de la prueba.
Método Superado
La amniocentesis es un procedimiento de carácter invasivo,
que busca extraer líquido del saco amniótico (que rodea al feto) a fin de
determinar anomalías de orden genético, el sexo del futuro bebé, infecciones
fetales, el estado del desarrollo pulmonar y problemas cromosómicos.
La prueba está indicada para realizarla entre las 14 y las
20 semanas de gestación para así evitar riesgos de abortos espontáneos, que
frecuentemente ocurren durante el primer trimestre de gravidez. Este
procedimiento comenzó a usarse durante la etapa final de los años cincuenta,
popularizándose en la década del setenta, cuando el examen era realizado “a
ciegas”, pues no se contaba con la tecnología de imágenes para determinar en
dónde estaba el feto, lo que lo hacía mucho más riesgoso.
Posteriormente, este
método se ha venido realizando con la ayuda de aparatos de imagenología. Sin
embargo y desde hace varios años, la ciencia dice adiós insistentemente a esta
prueba.
Científicos de Estados Unidos y otro grupo de investigadores
en España, por ejemplo, crearon una sencilla prueba de sangre que, tomada en la
madre durante el final del primer trimestre de gestación, arrojaría los mismos
resultados que una amniocentesis, sin poner en peligro el desarrollo del feto.
“El problema de esta prueba es que todavía en Venezuela es muy costosa, por lo
novedoso del tratamiento. Tengo entendido que su precio es calculado en dólares”,
explica Ailiceth Abreu, de 37 años, madre de un varón de un año. “Por el peligro
que me representa, yo decidí no hacerme la amniocentesis, aunque por la edad era
candidata a ello. No obstante, pasara lo que pasara, ese sería mi hijo y lo iba
a querer, con o sin enfermedades congénitas”, añade Abreu.
“Hay estudios previos a decidir una amniocentesis, como es
la prueba combinada de despitaje de cromosopatias del primer trimestre que
ayuda a determinar el estado del feto y su desarrollo. Asimismo, hay otras pruebas
más recientes como el test de ADN fetal llamado Harmony, que es de última generación
y no invasivo. La amniocentesis probablemente es solo necesaria hacerla en aquellas
pacientes en las que la prueba combinada tenga riesgo moderado o elevado para cromosomopatias
o pacientes con antecedentes familiares o embarazos previos con problemas de
este tipo. También, en mujeres mayores de 40 años, solo si éstas lo solicitan”,
explica la doctora Del Giudice. Igualmente, existen econosogramas obstétricos realizados
por perinatólogos (especialistas en medicina materno-fetal) con equipos de imágenes
que detallan las medidas de los órganos del futuro bebé, lo que ofrece mucha información
para determinar su estado y el desarrollo de posibles anomalías. Esto también
podría proveer hasta 90 por ciento de la información necesaria relacionada al estado
del nonato.
Recomendaciones
Si está embarazada y su decisión es confiar en el procedimiento
de la amniocentesis es importante que tenga en cuenta lo siguiente: ¿En su familia
o en la de su pareja hay alguna anomalía cromosómica o alguna enfermedad de orden
genético descartable con este test? ¿Ha tenido otros hijos con anomalías? ¿Ha experimentado
abortos espontáneos de manera consecutiva? Si la respuesta a todas las interrogantes
anteriores es negativa y los resultados de los ecosonogramas obstétricos se encuentran
dentro de los rangos normales, no tiene por qué hacerse la prueba si no está convencida
de ello, así cuente con más de 35 años. La afamada Clínica Mayo de Estados Unidos,
en su página web, sugiere que la amniocentesis debe ser propuesta por el doctor
tratante cuando las pruebas no invasivas indican que podría haber un problema
con el embrión. No obstante, la embarazada es la que tiene la última palabra.
Margareth Develak, de 39 años, fue sometida con éxito al
estudio. Hoy es madre de un niño de tres años, totalmente sano. “Si bien mi
obstetra no me expuso todos los riesgos a los que mi hijo estaba expuesto con
la amniocentesis, sí me exigió que me hiciera la prueba específicamente en un
importante centro de salud, con dos especialistas, con experticia suficiente y
reconocidos por esta práctica. Me exhortó que, si no era con alguno de ellos, evitara
hacerme el procedimiento. Cuando finalmente llegó el día, el doctor abundó en detalles
sobre los riesgos y me dio la opción de no hacerlo, si no quería. Igualmente,
me sometí a ello, gracias a Dios, sin consecuencias. Eso sí, el médico indicó,
aparte del reposo y la ingesta de líquido, que si olía a cloro cuando orinaba o
me sentía ligeramente mal durante los siguientes días, lo llamara
inmediatamente. Fue realmente muy atento y vigilante con mi caso”.
Los protocolos a nivel mundial dicen que tanto el obstetra
como el médico que hará la amniocentesis deben hacer todas las advertencias
relacionadas con los riesgos de la misma, que incluyen infecciones, pérdida de
líquido, lesiones causadas por la aguja (usualmente, en el feto), rotura de
membranas y finalmente abortos.
Es importante revisar las credenciales médicas y consultar
con los galenos todas las interrogantes antes de someterse a cualquier método
invasivo, pues las tendencias muestran que los procedimientos médicos están
siendo cada más amigables para conservar así la salud del paciente y alejarse
de posibles amenazas fisiológicas. “Investigando en Internet, son muchos los casos
de madres que como yo han perdido a sus bebes luego de complicaciones a raíz de
la amniocentesis -expone Verónica Pérez. En todo lo que he leído, los casos se
presentan entre los tres días después del procedimiento y las dos semanas
siguientes; algunos con síntomas como estados febriles, dolores pélvicos,
sangrado y olor a cloro al orinar”.
“Refugiarme en Dios me permite sublimar la desazón que
produce pensar que pude llevar a buen término mi embarazo y no fue así. Tal vez
comunicar mi historia ayuda a otros a que solo piensen en la amniocentesis
cuando sea realmente imprescindible y no como rutina. Seguramente esa era una
de las misiones de mi beba”, cerró Pérez.
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