Green Book: las diferencias nos unen |
Debo confesar que desde hace tres años no me quedaba hasta el final viendo la entrega, que esta vez me resultó con un carácter más sosegado. Con más simplicidad y en menos tiempo, la entrega compactó la elegancia suave de un galardón que, con 91 años, busca estar en la última tendencia (pero realmente, cómo le cuesta).
Fue una noche en la que las películas más celebradas dieron cabida, como ya es costumbre, a historias que palpan los derechos humanos, el reconocimiento de las diferencias y el entendimiento en medio de ellas, porque eso sí que tiene el Oscar y se busca narrativas en las que los seres humanos se superan a sí mismos y a las circunstancias.
El primer premio de la noche lo obtuvo Regina King como actriz de reparto por la cinta El blues de Beale Street, una historia de amor inscrita en el drama social de una familia negra de la clase trabajadora. King lo obtiene por el personaje de una madre, que según las palabras de la propia actriz, era como su mamá, una mujer que enriqueció la vida a través de enseñar valores.
También la noche estuvo cargada de premios que giraron alrededor de la superación del racismo: Skin (Mejor Cortometraje que presenta a una pandilla que somete a un pueblo después que un hombre negro sonríe a un niño blanco) , Infiltrado en KKKlan (Mejor guión adaptado), y por supuesto, la ganadora a Mejor Película, Green Book, largometraje que cuenta la amistad entre dos hombres de diversas razas; además, hay que hablar sobre todas las estatuillas recibidas por el filme de Marvel, Pantera Negra, quien es el primer héroe negro del universo cómic, sino que también fue protagonizada y elaborada por un grupo de actores y personal de raza negra. Además, no puedo terminar sin mencionar a la hija de Cuarón, Roma, en la el director muestra el mundo de la mujer y su soledad, saltándose clases sociales y posibles zanjas que nos llevarían a estar en extremos opuestos del río.
En las películas nominadas y en la ceremonia del premio de la academia de cine, el mensaje es similar: todos somos diferentes pero todos somos iguales, y por esas diferencias y esa igualdad, nos debemos a nosotros mismos la superación, el ser auténticos, incluir, respetar. Aceptar las equivocaciones. Es como dijo el ganador del Mejor Cortometraje, Guy Nattiv, "hacemos esto porque queremos enseñar a nuestros niños que hay un mejor camino".
Cuando escuché esta frase, pensé: ¿qué les enseñarían a ciertos "políticos"? ¿Y a los que escriben desaforados en las redes sociales señalando más faltas que un árbitro? ¿Verían La novicia rebelde o Dumbo o Los dioses deben estar locos alguna vez? ¿Entenderían el mensaje? ¿Lo entendieron pero decidieron no practicarlo?
Sólo me quedó claro que algunas personas usan las diferencias cuando son a su favor y cuando no, les rompen el arco y la flecha, pero no el espíritu. Solo queda hacer la tarea, y como la Capitana Marvel o Cleo en Roma, o Freddy Mercury o la misma Lady Gaga y el bullying que vivió hasta no hace mucho, únicamente resta levantarse una y otra vez, hasta que se mire más allá de la supuesta diferencia.
Brindo con agua fresca por el Oscar 2019, por las películas, los libros, las canciones, los conciertos y las personas que liman y aceptan diferencias, que se arriesgan por otros, que perdonan, que no usan frases en favor de sí y en detrimento del otro, que proponen y encuentran el equilibrio. Brindo por el séptimo arte que me hace sentir viva y en el que creo como una de las herramientas para hacer un mejor camino.
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