Con ganas de estar en casa

Trato de estar en silencio. De callarme el pensamiento e ir a casa en mi mente. Es la forma más económica para viajar. La más dura a la hora de querer abrazar a la gente y no poder hacerlo físicamente.

Miro la hora y digo "A esta hora la abuela empieza a decir que tiene hambre y mi mamá a padecer por la voracidad de Julia"; A esta hora estaría en casa. Llegando. Seguro con ansias de ver a Rafa y decidir si hoy también es viernes de pizza. Imagino los ruidos y el color de la calle. La gente que a esta hora pasaba a su casa, que ya eran parte del paisaje. Miro al Ávila, como siempre lo vi desde la casa. Un pedacito... Escucho las guacamayas y el sonido de mi bolso de rueditas. Allí está mi padre saludándome desde la panadería, y a mis vecinos quejándose por cualquier cosa. Miro mis pies y los pongo a la entrada de mi casa. Hasta pienso en qué ropa tendría y qué cuento del día le comentaría a Rafa y a mi madre. Descuelgo el teléfono y llamo a mis compadres y pregunto por mi ahijado y mi tía. Quedamos en vernos el domingo, a ver un juego o a comer parrilla.

Es hora de dormir. Le digo buenas noches a mamá y le mando la última burla del día al grupo de mis amigos. Me calmo. Abro los ojos.

(imagen Surrey604 Magazine)

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